Franklin Castro 04 abril 2016 12924578_10209483244057422_3930161613346342689_n

Franklin Castro R.

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No pude ver en directo la imagen pesarosa de Messi, tras perder la Copa América Centenario 2016. Mucho menos su fallido tiro libre desde el Punto de Penal. Aquella tarde noche, el fluido eléctrico se ausentó por casi cinco horas (en La Zoila, Río Grande de Paquera, Puntarenas, Costa Rica) y con ello nos perdimos la alegría chilena y la desolación argentina. Fue una radio de baterías la que nos enteró en el momento, de lo que estaba sucediendo en tierras norteamericanas.

Lionel Messi, el más castigado por la crítica, tras perder la final desde la lotería que significan los lanzamientos desde el punto de penal. A Él, que ha sido idealizado e idolatrado por millones, se le exige lo mejor. No ha ganado nada con la Selección Albiceleste y eso se lo cobran sus coterráneos y el mundo fanático del fútbol. Los que más celebran sus genialidades, son sus detractores en la derrota.

Su grandeza se ha erigido en tierras europeas y de qué manera. Sin embargo entendemos, que para Él su mayor objetivo es lograr la Copa con Argentina (La del mundo, la de América, esas que se le han mostrado distantes e indiferentes en todo momento). De pronto el grande, luce pequeño. Así es el fútbol y por ello este deporte es hermoso. No todo está escrito, si alguien puede errar, falla y listo.

Mas sus palabras para expresar su impotencia, su decir que renuncia a la Selección de su país, que lo intentó y que no pudo, nos hace ponernos un segundo en el lugar del personaje e imaginar lo que estaba sintiendo. Ser grande y no poder. Estar frente a la pelota y fallar en el momento crucial. Esa es la magia del fútbol, la presión, llegar a la máxima expresión de la alegría o la tristeza en un instante.

No sabemos si lo tendremos de vuelta con la camisa Argentina y si lo veremos en el Mundial de Rusia. Pero el mundo del fútbol debe reflexionar. La noche del domingo Messi nos enseñó que es humano, no es el dios que muchos han idealizado. El dolor de Messi es responsabilidad del entorno balompédico, de esos que lo creen de otro planeta. La vida es así, vamos por el mundo y estamos expuestos a tropezar una y otra vez. Lio Messi no se acaba por una Copa. La perfección le pertenece a Dios.

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