Por Hernán Imhoff, 

Presidente de la Cámara de Comercio y Turismo de Tamarindo

El pasado martes 6 de abril el Periódico Oficial La Gaceta publicó un nuevo aumento en los combustibles que la Autoridad Reguladora de Servicios Públicos, que más bien debería llamarse Autoridad de Nacional de Incremento de Precios, le autorizó a la Refinadora Costarricense de Petróleo (RECOPE) cuyo efecto se empezó a sentir a partir de hoy miércoles 7 del mismo mes.

Pareciera que los señores de RECOPE, que tiene un tropel de funcionarios a pesar de que hace mucho tiempo dejó de refinar para importar producto terminado que solamente distribuye a las diferentes estaciones en el país, están empecinados en retrasar aún más la recuperación económica tras los severos golpes del COVID-19.

No se entiende cuál es la estrategia del gobierno para retomar la senda del crecimiento incrementado el costo del Diésel y la Gasolina, así como de los otros derivados. Y lo peor de todo es que esos desatinos debemos sumarla voracidad fiscal del Ministerio de Haciendo cuyos funcionarios andan como locos inventado nuevas estrategias para solicitar más impuestos a troche y moche.

El efecto multiplicador de este nuevo leñazo cortesía de RECOPE será devastador porque los aumentos oscilan entre ¢36 y ¢57 por litro. Unicamente en Gasolina Súper el litro llegará a ¢700.

Desde el sector productivo no vemos esfuerzo alguno de parte de la Refinadora para contribuir a levantar la alicaída economía nacional que con estas medidas sufrirá aún más obstáculos para incentivar el desarrollo de nuevos negocios, potenciar los actuales e incrementar la creación de fuentes de empleo.

Cero propuestas

La Refinadora se ha convertido en un pesado fardo para toda la sociedad costarricense máxime en el actual escenario en que ocupamos entidades estatales ágiles en el campo de las soluciones.

Aquí lo que corresponde es abrir el mercado de los combustibles a la competencia como sucedió en materia de seguros y telefonía celular para que el consumidor pueda escoger a donde ejerce su derecho a comprar sin estar atado a un monopolio anticuado cuyos efectos perversos son harto conocidos. 

Para muestra un ejemplo, al 29 de marzo en Panamá el precio del litro de Gasolina es de ¢519 según www.globalpetrolprices.com; no obstante, que los efectos de la Pandemia (medidos por cantidad de infectados y de fallecidos) ha sido mucho mayores allá que en Costa Rica.

Como se puede ver a simple vista en la nación canalera, en un contexto de libre competencia, nos llevan ventaja con precios menores dato que debería ser suficiente para derribar los mitos del estatismo.

Uno de los sectores más perjudicados será el dedicado al transporte de turistas nacionales y extranjeros. Ya de por sí golpeados por la Pandemia, con una baja sensible de clientes que en algunos casos llegó a cero, las empresas dedicadas a este negocio –en su gran mayoría pertenecientes a pequeños empresarios con unas pocas busetas- han sido ignorados por el Gobierno. Ahora la Refinería pone un obstáculo más contra este sector de la economía.

Ya se oyen voces que claman por la ruptura del monopolio en la distribución de combustibles tesis que, poco a poco, empieza a ganar terreno.

Ojalá pronto le digamos a RECOPE:

¡q.d.D.g!

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