La llamada “Ley Mordaza”, sin lugar a dudas, constituye la amenaza más grave contra la Libertad de Prensa desde la Costa Rica de mediados del siglo pasado, cuando se produjeron los terribles hechos de 1948.

No termina uno de explicarse en qué estaban pensando los que dieron el apoyo a esta Ley, que ahora nos tiene con la amenaza del castigo en sede judicial cuando se obtienen informaciones que puedan lesionar a los gobernantes de turno.

Uno de los articulados de esa legislación, expele un terrible tufillo sectario adobado con ciertos aires estalinianos, expresa que se reprimirá a todo aquel ciudadano que divulgue “informaciones políticas secretas”.

Esa calificación es tan vaga que pareciera hecha a la medida de quienes dejan en las sombras todo acto de corrupción pública o privada. Es sospechoso que justo cuando el sistema político tradicional sufre los embates de la deslegitimación –cada día más manifiesta en las constantes protestas en las calles de todo tipo de gremios- se aprueben este tipo de adefesios, donde parece escasear la preeminencia del interés público.

La antorcha de la libertad –de prensa y de expresión- siempre ha constituido una de las fuerzas motoras para el avance de las sociedades. No en balde en las naciones más desarrolladas se tiene en alta estima el trabajo de los medios de comunicación como gracias a casos emblemáticos como el “Watergate” en los Estados Unidos a principios de los años 70 del siglo pasado.

No en balde la Primera Enmienda de la Constitución de ese país prohíbe –de manera tajante y expresa- que el Poder Legislativo (el Senado y la Cámara de Representantes) apruebe cualquier ley que limite en modo alguno la Libertad de Prensa.

Los Padres Fundadores de la Unión América tuvieron la sabiduría de proteger el interés ciudadano frente a los abusos del poder siempre presto a usar la “razón de Estados” como patente de corso para justificar todo tipo de tropelías.

Fue con ese espíritu que Thomas Jefferson –tercer Presidente de los Estados Unidos- expresara: “Antes que un gobierno sin periódicos, prefiero periódicos sin gobierno”. En el fondo de esa frase subyace un deseo que llega hasta nuestros días; a saber, que las sociedades solamente progresan con más libertad.

Nuestra posición desde la tierra que se dio a la Patria por su propia voluntad, es que, abriguemos la libertad, siempre como un factor para el desarrollo de las sociedades, para que como siempre haya sido en Costa Rica, sepamos ser libres…

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