imagen con fines ilustrativos.

Franklin Castro 23 ene 2015 www.miprensacr.com IMG_20150123_093130

Franklin Castro R.

franklindecostarica@gmail.com

Ciertamente se dice que el perro es el mejor amigo del hombre, pero esta vez debo reconocer que fue el gallo quien me maravilló con su energía y poder. En la casa de mi familia hay un gallo de presencia fortachona. Me parece y casi estoy seguro, que el amigo del canto madrugador debe hacer fisiculturismo.

Hasta se parece a algunos varones que religiosamente acuden al gimnasio, pues el emplumado también tiene su “caja” (o sea brazos y los hombros anchos), pero sus piernas son flacas (de eso se quejan y se burlan las chicas de los hombres del gim). Así es nuestro gallo, pero a diferencia de los humanos, a las gallinas eso no les va, ni les viene.

Resulta que en una tarde cualquiera al encrestado se le desbordaron las hormonas y le montó perseguidora a una pizpireta gallinita de figura espigada y juvenil. Viéndola con los ojos del gallo, la fulana era toda una modelo jajaja. Pero la “ave” era como la quinta parte del volumen de su pretendiente.

La fémina en cuestión puso pies en polvorosa y hasta tuvo que volar para evitar que el gallo la sometiera a sus deseos por la fuerza. El amigo de esta historia ni importancia le dio al desprecio y en la misma carrera tuvo amoríos con una gallina que sí era de su tamaño.

Cuántos deseáramos tener el poder de convencimiento (aclaro) de ese gallo. Pues me imagino que a esa gallina tuvo que haberle “endulzado” el oído con antelación. Es más envidio su autoestima, pues ni le afectó el desplante anterior y aunque el affaire fue rápido, al parecer la gallina quedó satisfecha, pues que sepamos no hubo quejas de su parte.

Debo confesar que desde aquella tarde veo al gallo con respeto. Camina con buen porte luciendo ese traje blanco con destellos amarillos y esa cola negra que la naturaleza le dio. Yo creo que deberíamos hacerle un monumento a ese gallo. Por parte mía desde aquella tarde él se convirtió en mi héroe.

Sé y debo aceptar que difícilmente llegaremos a igualar a nuestro emplumado amigo, pero al menos nos dio una lección de vida: Un no puede ser el preámbulo de una nueva oportunidad. La diferencia está en saberla aprovechar. ¡Y vamos tomando volados!.

– La escribimos después del concierto internacional y mientras esperábamos en un restaurante, que iniciara el Desfile de los Carnavales Puntarenas 2015. La publicamos hasta diciembre de ese año.

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